Historia triste

sábado, 4 de abril de 2009

La pequeña Celia tenía los ojos dorados, un mechón rubio en el pelo que hacía que su cabeza pareciese un campo de trigo desmayado y arrastraba siempre con su mano derecha un cubo lleno de piedras.
La pequeña Celia suspendía siempre Educación Física, llegaba siempre tarde a las fiestas de cumpleaños y nunca jugaba a saltar la comba.
Cuando caminaba el cubo hacía un ruido de tractor averiado. Los niños nunca la sacaban a bailar y a su madre le dolía la espalda cuando intentaba cogerla en brazos.
El día que la llevaron a la playa Celia iba dejando un surco en la arena con su cubo lleno de piedras, a veces se paraba a descansar y los rudos pescadores se acercaban a mirar dentro del cubo para ver si había peces. Después se marchaban decepcionados.
Al caer la tarde Celia se llenó de agua y en el cubo apareció un pez, y el surco de arena que entraba en el mar cuando subió la marea parecía un mechón de nada.

3 comentarios:

maljenio dijo...

Yo guardo montones de piedras, grandes y chicas, pero a esta niña deberían haberle contado otro tipo de historias. Por ejemplo, la de ir tirando piedrecitas, (¿O eran migas de pan?), para no perderse, o para que alguien pudiera encontrarla.

Ana dijo...

La primera vez que entré en el blog, pensé que el invierno sería triste, pero ya veo que la primavera promete.Todos guardamos demasiadas piedras.
Muy bonito lo del cubo, el pez y la niña.
Lo de los ojos dorados, vale, pero, ¿Por qué son siempre rubias las niñas de los cuentos?

agoneluz dijo...

A lo mejor es porque las estadísticas (¿qué será eso?)dicen que las morenas tienen menos cuento. Además, esta no lo es, solo tiene un mechón para no romper del todo la tradición.
Maljenio, seguro que tus piedras nadie quiere tirarlas, pero cuidado dónde las guardas, conozco personas que no tenían sitio en casa y las guardaban en el riñón. (Cáustico estoy, parece, debe de ser el olor del incienso, que me subyuga).

 
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