Canción del que no duerme solo

viernes, 24 de abril de 2009

qué cercano encuentro tu rostro
y qué estricto el maquillaje que te queda
debatiéndote en el sueño
como el silencio en un furgón de cola

han venido contigo las pestañas
y pasaré días buscándolas todas
cuando ya no estés

y no parezcas una carretera tumbada por descuido
o una carta de amor imperfecta

todas las noches tienen almohadas
y el tic tac de una campana como un nido vaciado
acompasando el ritmo de tu pecho
trotando igual que la lluvia en los tejados

voy a dormir hasta que acabe el mundo
o quieras rozar con un pezón de oro mi lengua
y encontrarle manantiales

hasta que nadie sepa vestirte en la mañana
y una melodía de copas y de árboles
conjuren un tiempo de promesas y de uñas.

8 comentarios:

Elevalunas dijo...

Apóyate si quieres
en el hueco que dejan
los manjares no probados
en los estómagos desagradecidos.

Anónima dijo...

Quiero ser cazador, pero tan invisible
y a plena luz del alba,
que ni el alba ni el mar ni los aires lo sepan.

Ana dijo...

¿Ahora vas a ser la Bella Durmiente? Lo sentiría, me gustan tus poemas.
Las cartas de amor, ¿No deberían ser perfectas?

Elevalunas dijo...

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
(...)
Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

(Eso dijo Fernando Pessoa)

agoneluz dijo...

Me enviaba cartas,
me llegaban cartas los martes
y los atardeceres, los sábados
y sus resacas colapsadas de sueño,
con sus sobres casi transparentes
como finos camisones
de mujer, con sus colores
ambiguos y sus palabras que apenas
entendía: “alféizar”, “ventana”...
Y yo, sentado en el trono
de mi propio aburrimiento, sin saber
qué significa todavía alféizar
ni dónde queda la posible luz
de las ventanas,
me quedaba mirando embobado
los puntos de las íes,
las comas, los pequeños errores
ortográficos tachados con algo de vergüenza en la tinta,
leyéndolas, casi solo,
siempre leyéndolas,
todavía una a una.


Tal vez necesite un príncipe (mejor una princesa) que me despierte con un largo beso (mejor con algo más) después de cien años (bueno, quizás no tantos).

Anónimo dijo...

Cartas y besos, princesas, faltan los medio malos, las manzanas envenenadas con caramelo y la música.

Anónima dijo...

¿Una princesa? ¿No tienes suficiente conmigo?

agoneluz dijo...

Depende de como beses.

 
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