miércoles, 18 de febrero de 2009
- Quítame la ropa.
Él la mira despacio, recorre su cuerpo sin deseo, la toca.
- ¡Desnúdame!.
Obedece como un niño ciego, primero con las manos ancladas, con el peso de un miedo primitivo, después se relaja y le quita con suavidad el jersey, la blusa, el sujetador que se llena de pronto con un hueco caliente, los pantalones, las bragas.
Se queda muy cerca, mirando sin mirar la carne que tirita.
- ¡Métela!.
Se agacha despacio y apenas se rozan los cuerpos. Con una mano la introduce toda, lentamente, sin prisa. Cuando está llena, sin esperar más instrucciones la cierra, la enciende, la lavadora.
6 comentarios:
Sigue haciendo frío, o a mí me lo parece. Como empieza a ser complicado escribir cualquier tontería y no tengo ganas de pensar mucho, solo espero que después no le echen la culpa a la pobre lavadora, la ropa, saldrá hecha un desastre.
y a esperar el centrifugado...que llegará o no... Otra historia de amor a punto de romperse.
¿Es que hay alguna historia de amor que no se rompe?
Tienes razón, Ana, sigue haciendo frío. A veces, cualquier tontería complica las cosas, y otras cualquier cosa es una tontería. ¿Tú crees que harían bien en comprar una secadora?
El invierno es bonito. ¡Viva el frío!.
Agoneluz, creo que olvidaste poner el lubric..., quiero decir, el suavizante.
Menos mal, alguien está contento y han salido los brotes de los árboles.
Si la pareja esta rota, no creo que amorticen la secadora. Si están confusos y no saben ni lo que sienten ni lo que quieren, tender la ropa y tomar el aire les vendrá bien. Y si piensan seguir desnudándose en la cocina, sin duda de nuevo la secadora, estaría más calentita.
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