No son dos sino muchos

lunes, 14 de marzo de 2011

la noche no se acaba cuando duermes
sigue dándote patadas quitándote las mantas
para darle calor a las mujeres en los parques
en algún lugar se produce una escisión
un corte de cuchillo de carne de psiquiatra
que no sangra más que algo parecido a la aspirina
efervescente una parálisis como en los ordenadores
cuando el dedo que los toca es tembloroso
hay empresas en quiebra por la sola razón
de que yo no sepa despertarme me refiero
a la imposibilidad matemática de ser el mismo
que yace junto a los cordones deshechos
en esta habitación con tanto desaliño
y ese otro que se ata los cordones en la calle
esperando que la luna vomite sobre las azoteas
y el olor de su perfume alfombre las esquinas
con un gato de mujer en la sombra
nada puede suceder si yo no existo
igual que cada niño y su recreo que el espejo
y las mentiras que los domadores de leones
y la sonrisa de un loco porque si parpadeas nada cambia
y la noche sin ti es como un guiño que nadie ve
así que te vas entero y descansado con el cuerpo
como un cadáver al que no hay que contarle lo que ha sido
mientras todas las mujeres hacen el amor de forma sucia
desnudas en el filo de una hoja desmaquillándose
dentro de las pesadillas de los jóvenes mimos
tú no lo sabes porque no has dejado a nadie
que te sustituya ni de forma abreviada ni por afán
de protagonismo ni porque tropezaste ligeramente
antes de pasar por delante de cualquier escenario
la pregunta que te haces es si la noche acaba
cuando te despiertas o cuando ves que los demás
no han dormido la respuesta que te das tiene frío.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Algo sencillito y evidente. No me extraña que no puedan dormir ni despertar y viceversa.

(De la luminosa opacidad de los signos)

En el jeroglífico había un ave, pero no se podía saber si volaba o estaba clavada por un eje de luz en el cielo vacío. Durante centenares de años leí inutilmente la escritura. Hacia el fin de mis días, cuando ya nadie podía creer que nada hubiese sido descifrado, comprendí que el ave a su vez me leía sin saber si en el roto jeroglífico la figura volaba o estaba clavada por un eje de luz en el cielo vacío.

Valente

Anónimo dijo...

¿Puedes regalarnos otro poema?

Anónimo dijo...

Agone, ¿alguna vez has pensado en los demás?
¿Cómo puedes pedirles a esos, sí a esos por los que tú nunca has hecho nada que se sacrifiquen por ti?
Amigo (es sólo una palabra de cortesía), sería mejor que cogieras tu camino al Olimpo y nos dejaras a los mediocres vivir nuestra mediocre felicidad; a nosotros nos basta.

Quiqui dijo...

Anónimo o anónima, rezumas resentimiento.

 
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