viernes, 12 de marzo de 2010

No sabía que había que hacer cursillos para realizar milagros. Leo en una revista seria que hay un curso titulado: “Introducción a los milagros” y pienso que también en los cursillos, como en tantas cosas, los de antes eran mejores. Claro que, aún así, Jesucristo tuvo que sacar Matrícula de Honor, o doctorarse en milagros, si no no se explica. De cualquier forma, los milagros de hoy en día ya no son como los de antes, donde se ponga una resurrección o el milagro de los panes y los peces que se quite el viagra y que llueva cuando sacan al viejo en los pueblos. (El milagro de los panes y los peces no sirve hacerlo al revés, que eso lo hace cualquiera). A lo mejor es que en esta época sólo se da la introducción a los milagros, mientras que en épocas antiguas había además Curso avanzado de milagros I y II y Licenciatura en milagros (con becas y prácticas en Judea). Yo qué sé.
Han ocurrido muchas cosas en todo este tiempo, aparte de que estoy comenzando a sanar serpientes (en este curso se practica con ellas, si no las curas es que son del diablo). De ellas sobre todo hay dos que me han impactado (no digo serpientes, sino cosas): me he dado un golpe tremendo en las costillas que aún me tiene medio postrado y tengo una contractura en el hombro izquierdo, de otro impacto, impactante también. No sé por qué todas las cosas llegan últimamente del lado izquierdo, como los golpes o las vacaciones forzadas de ese hemisferio cerebral, o la jubilación a los sesenta y siete años. Para compensar, he dejado de mirar hacia la izquierda cuando cruzo la calle, seguro que me va mejor así. Bueno, el caso es que con el dolor de costillas y la contractura no puedo girarme hacia ese lado maldito en la cama, tengo que dormir boca arriba o hacia la derecha. Los sueños que tengo son radicalmente distintos pero lo que realmente me preocupa es que no sé si hay alguien acostado junto a mí en la cama. Siempre duermo en el lado derecho y sospecho que puede haber alguien a mi izquierda, tal vez la última chica que se quedó en casa, allá por el siglo XX. Desde hace unos días percibo un olor extraño en la habitación pero como no puedo girarme… Durante el día nunca me acuerdo de mirar porque me levanto dormido y con la hora pegada en el trasero. Cuando me cure veré, tal vez tenga la posibilidad de poner en práctica las últimas habilidades adquiridas en el maravilloso curso de milagros (con esto no debería interpretarse que los conocimientos en sanación de serpientes vayan a tener las mismas consecuencias en las mujeres o, en caso extremo, que mujeres y serpientes vengan a ser lo mismo. Para nada).
Por otra parte imagino que nadie se pregunta por qué estoy tan impactado y piensan simplemente que soy algo liviano. Pues de todas formas lo cuento: también estoy aprendiendo a patinar. Bueno, de momento aprendo más a caerme. ¿Para qué estoy aprendiendo a patinar? Pues eso no lo sé con seguridad, primero pensé que quedaría muy moderno ir patinando hasta el trabajo y ahorraría algo de tiempo pero he descubierto que no hay patines todoterreno y que tendría siempre que hacer una parada en el hospital más cercano. Después pensé que por lo menos haría amiguitos pero mientras vamos en patines muy bien, las risas y los golpes y todo eso, pero cuando nos quitamos los patines no sabemos qué decirnos, nos quedamos mirando los patines, dándoles vueltas a las rueditas, sin saber qué hacer ni qué decir. A los patines les está pasando como a la cerveza y al café: sin ellos la amistad no existe. Al menos me está sirviendo para poner en práctica algunos remedios milagrosos que he aprendido que, por cierto, para que no haya ningún otro malentendido con los ofidios, no están surtiendo ningún efecto.
Leo una frase de Robert Frost que dice: “La felicidad compensa con altura lo que escatima en longitud” e inmediatamente subo al undécimo piso por si está en venta. Los vecinos me dicen que no pero también que ellos serían más felices si no tuvieran goteras en los techos. Me quedo perplejo porque una felicidad con goteras es lo que ya tenía, y más este año con la que está cayendo.
Al bixo las gotas de lluvia empiezan a salirle por los ojillos y yo las recojo para regar con ellas las alegrías y los pensamientos. Los geranios no que siempre cogen bichos.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuenta, cuenta, cómo va eso de los patines. Yo también estoy pensando en apuntarme a un curso de patinaje.

Anónimo dijo...

¿Y si no te funcionan los remedios con las mujeres también serán del diablo?
Más que de milagros yo haría uno de palabras, moralejas y parábolas, porque a veces,(que no es esta), no me entero de nada.
Lo de los patines no parece muy saludable y no sé si ahora podrás reirte mucho.
Hoy por casualidad me encontré con un trocito de un poema de Frost.

"Dos caminos divergían en el bosque;
y yo fui por el menos transitado,
Y eso hizo que todo fuese diferente."

Lucía dijo...

3003 diría: "Uy,uy,uy".

Esas palabras de Frost me han gustado. Creo que me las aplicaré, a ver si todo se vuelve diferente.

Elevalunas Ecléctico dijo...

Propongo una quedada sobre patines, en Navalcarnero por ejemplo. Estoy dispuesto a encargarme del jamón York y también llevaría una petaca con aguardiente (aunque esto último no es seguro). ¿Alguien podría prestarme unos patines?
(Yo también creo en los milagros: hoy ha salido el sol y además es domingo).

Elevalunas Ecléctico dijo...

...Y no estoy de acuerdo con la jubilación a los 67: es un número triste, indivisible y mal estructurado. El 68, sin ir más lejos, me resulta mucho más redondo. Y no sigo.

Chari dijo...

Me apunto a la quedada con patines.
Yo llevaría las tiritas y el agua oxigenada que harán falta.

Ana dijo...

Anónimo y Lucía, esa es la frase que más o menos una emite cuando quiere salir de lo negativo y quiere cambmiar para mejorar.

Ana dijo...

Para una de las pocas veces que decido quedarme calladita, resulta que ahora pienso y escribo sin saberlo. Yo no la conocía y tampoco a Frost y no está mal, sobre todo si es para mejorar.

Ana (Otra Ana) dijo...

Perdón Ana, no ha caído en que hay otra Ana con más antigüedad y comentarios publicados. Quizás debiera haber firmado como "Otra Ana", o simplemente como "Anónima", aunque ese también está muy pillado.

Ana dijo...

Que le vamos a hacer, un nombre bastante común aunque no esté mal, podemos numerarnos o añadir algo, y también podemos preguntarle a Lucía es experta en nombres y se admiten sugerencias.
Yo a lo del patinaje no sé si animarme no creo que fuera capaz de levantarme del suelo.

Ciclista dijo...

¿Por qué no?, ¿tú sabes la de adultos que está aprendiendo a patinar en Alcosa, Miraflores y plaza de Armas?.

Y de chavales en los coles ni te cuento.

Saluki dijo...

Ana, es lo primero que te enseñan; a eso y a caerte.

Lucía dijo...

Bueno Saluki,veo que ya has empezado con tus clases.¡Pues ea, todos a patinar! Chari, lleva tres cajas de tiritas por lo menos.

Ana, yo si me llamara como tú no me cambiaría de nombe, me gusta mucho. Lo que sí, me abriría un perfil o una cuenta en google y así aparecería el nombre en azul, más bonito y brillante que en negro dónde va a parar(¿se nota que no me gusta el negro?), y de paso os distinguiriais.

agoneluz dijo...

Vaya, no es mala idea quedar todos en patines, así si la conversación decae alguien se cae y ya hay tema de conversación otra vez.
Me gustaría saber de qué color te busco los patines, elevalunas, que hay que ir conjuntado. Creo que en esta primavera el verde pistacho se va a llevar.
Ciclista, estás bien informado, eso sí, yo todavía no tengo la edad para las clases de adultos.

Ciclista dijo...

Suerte la tuya; yo ya casi ni eso.

Saluki dijo...

Lucía, aún no he empezado. Aunque veo a la gente con patines y no parece muy peligroso, me da mucho miedo. Por dos veces e ido a apuntarme, pero no he tenido suficiente valor.

mcb dijo...

Vaya agoneluz... esta frase de Frost me la encontré tirada por la red no hace muchos días... ¿otra coincidencia...? ;-)

 
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