viernes, 2 de enero de 2009

He conseguido estar sesenta y tres horas sin hablar con nadie. Ha sido duro, aunque he de reconocer que ayudó mucho el que tampoco nadie haya intentado hablar conmigo. El truco está en contarle a los objetos inanimados (¿hay alguno animado?) los pensamientos trascendentales que te vienen a la cabeza: me estoy meando, no sé qué voy a cenar hoy, debería haber cambiado las sábanas de la cama, llueve… Nunca te contestan ni te solucionan los problemas, que es justamente lo mismo que hace la mayoría de las personas, pero al menos no se van. (Si lo hicieran, si te contestaran o se fuesen, es cuando habría que empezar a preocuparse y llamar a alguien animado. No a un psiquiatra, mejor a alguien animado).
Por cierto, aquí llueve desde que tengo uso de razón. Llueve como hacen el amor algunos matrimonios: de forma intermitente y con desgana. Llevo varios días intentando hacer algo de deporte y tengo que agradecer a esta bendita lluvia que no me deje. Entre el sonido de la cisterna y el sonido de la lluvia bastante hago con levantar la tapa del wáter. Ahora vengo.
Eso sí, me entretengo mucho viendo la rata que vive en la glorieta (rotonda) que hay junto a mi casa. Admiro mucho a esa rata porque se ha ido a vivir a una isla desierta. Cada día, cuando va al trabajo, vive una auténtica aventura para cruzar la calle (los coches no respetan los pasos de cebra para ratas). Pero al regreso, cuando llega a casa después de una dura jornada y se sienta a contemplar el vasto dominio redondo que es su isla, con su palmera, sus cinco cactus, tres piedras y cuatro señales de dirección obligatoria y ceda el paso, debe sentirse recompensada. Por muy bien que las otras hayan decorado allá abajo las alcantarillas.
Pero basta ya de hablar de mí. El bixo no da señales de vida y el nuevo año parece una novia que se ha caído en un charco. La luna no sale ¿habrá caducado?
Me estoy meando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero conocer a esa rata, deberías pararla algún día cuando vuelva del trabajo y preguntarle su nombre y después presentarmela; es una rata heroica, dejarlo todo por estar en la isla requiere mucho valor, sobre todo si te das una vuelta por las alcantarillas y ves la marcha que tienen montada las demás. Deberías dejar de darle la tarde a tus objetos inanimados y charlar con ella, que seguro que es una rata muy animada y tendrá también muchos pensamientos trascendentales. Bueno, ¿conseguiste mear?

Anónimo dijo...

Yo creo que me quedaría con los inanimados aunque contestasen o se fuesen...Al menos, si te hicieran el feo, siempre te quedaría el consuelo de pensar que son objetos...
Si lo sé, te llamo y rompo esas horas silenciosas...aunque lo mismo te pillo en el baño...

agoneluz dijo...

Pues Beauvoir, reina, podías haberlo hecho, que he llevado el teléfono tres veces a la tienda porque pensé que estaba estropeado y he ido dos veces al otorrino por si estaba sordo.

 
agoneluz - by Templates para novo blogger