miércoles, 31 de diciembre de 2008

Bien. Inicio este diario cuando son las nueve cuarenta y seis de la noche y el ruido de la cisterna en mi cuarto de baño me obliga a ir a mear cada cinco minutos.
Esta mañana he ido a visitar a mi abuela (que es mayor que yo) y no me ha reconocido. Solo hacía quince años que no iba a verla, así que supongo que la edad le está jugando una mala pasada. Estaba muy preocupada porque el canario le ha cogido hongos. Sospecha del canario de la vecina de arriba aunque no sé cómo puede transmitírselos si nunca lo sacan de la jaula. A lo mejor por el aire, cuando canta.
Hoy es el último día del año y como siempre he hecho un repaso mental de todo lo nuevo que me ha sucedido; he tardado unos veinte segundos. Pasa lo mismo que cuando tienes una agenda y llegas al final y la repasas y ves que no has escrito casi nada y te dices: para eso no necesito yo una agenda. Te quedan las ganas de rellenar las páginas en blanco: 7 de marzo: desayuno con Z, salir a bailar con Y; 28 de junio: arreglar el aire acondicionado, atropellar a un perro… Lo que ocurre es que con la vida eso no se puede hacer y te tienes que joder con todas las páginas en blanco que hay.
Por lo demás, me acuerdo todos los días del bixo y sigo sin limpiar el cuarto de baño. Empiezan a salir unas manchas extrañas en el lugar donde antes había un lavabo. Estoy esperando que se muevan para asustarme.
El sol aún no calienta, debe de ser que aún no le han traído la bombona de butano.

Seremos breves

te sientas junto a todos
hay niños que juegan no hay jardín
la piscina es un cuenco
donde muere un relámpago a veces
reímos

la mesa está congestionada
seremos breves dice el abuelo
con palabras que parecen ligeramente postizas
alzando una copa y algunas telarañas

al tiempo mira con ojos acuosos un lugar
que debe estar aquí mismo
que se enrosca y persiste como un puñal maduro
o una piel de naranja abandonada

el silencio se balancea en un cactus
dos o tres esquinas recogen
con delicadeza la humedad de los cigarrillos

seremos breves
no dejo de pensar si tal vez
no lleguemos al postre.

Insomnio a mediodía

lunes, 29 de diciembre de 2008

hoy las horas tienen fiebre
o soy yo
que no domino el arte de estar solo
la irregular muestra de abandono

de objetos
y silencios y cornisas y canciones

todo tirado ahí
como un coche mal aparcado
enfureciendo la juventud
que nos queda

alrededor de nosotros mismos

si me pongo melancólico
no es por desidia ni trapecios
ni tristes paradojas

tú no estás dónde
te has metido
sueño.

Demasiada ropa

Aunque ella era muy mayor nos fuimos a un hotel y sin decir una palabra empezó a quitarse la ropa. Se desprendía de ella como quien tira los años que le sobran: los guantes, el abrigo, cada vez más joven y desnuda, las medias, los pechos..., demasiado niña para amarla, sin saber qué hacía allí, las braguitas con dibujos de virginales flores arrugadas en el suelo...

Navidad

domingo, 28 de diciembre de 2008

Nada más despertar, me siento en el sofá y enciendo la tele. Ni siquiera entro en el cuarto de baño para asearme un poco. Ni siquiera doy los buenos días a mi esposa. Ni siquiera, cuando duermo fuera de casa, doy los buenos días a mi amante. Me siento en el sofá y enciendo la tele. Y dejo plácidamente que desde el otro lado alguien, cualquiera, me apague.

Podríamos incendiarnos

sábado, 27 de diciembre de 2008

podríamos incendiarnos
no de amor
ni de colillas

y eso que tu pelo huele a humo
y hay tiradas cientos por el suelo
boquiabiertas

cuando muere una colilla
muere un pez

después de tanto tiempo
te cubres la mirada de otra forma
los dedos
ya no tocan un piano

como se toca la heroína
podríamos

incendiarnos
lamernos las heridas con gusto

rasurarnos los recuerdos
para nada

cuando muere una colilla
muere un pez.

Eva con hambre

Había una mujer
alrededor de una manzana,
metáfora del deseo.

La mujer llevaba
un largo vestido adornado
con piernas
y tobillos
de cristal blanquísimo.

La manzana
no era yo.

 
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