Tostadas. A ver si me explico. A mí me encanta el olor de las tostadas, pero no porque sea un romántico ni me despierte muerto de hambre, en realidad lo que me gusta es el olor de las tostadas quemadas. No es lo mismo una casa (también puede ser un piso, aunque es menos elegante) que huela a churros ni a galletas ni a cereales ni a barritas energéticas ni a hora y media de gimnasia rítmica y abdominales que una casa que huela a tostadas quemadas. Los primeros cinco minutos después de despertarse son los más importantes del día para cualquier persona (si además tienes resaca o estás en la cárcel también son los más jodidos), las primeras sensaciones que percibamos nos marcarán el humor y el color de la ropa, y el olfato es el primer sentido que se desentumece (los días de resaca justo después del sentido del remordimiento y dios mío qué hice anoche no vuelvo a beber nunca dónde habré aparcado el coche quién es esta que duerme a mi lado de quién coño es esta casa). Para mí es muy bonito oler de pronto a tostadas quemadas porque así tengo la sensación de que nada es perfecto pero todo está muy bien, de que a pesar de que algo no ha salido bien del todo es lindo, incluso mejor que si hubiera sido perfecto (a lo mejor sí voy a ser un romántico). Es igual que cuando la chica que adoras y es divina huele ligeramente a sudor o en la fiesta de tus mejores amigos suena una canción de Alaska. Hay que tener en cuenta el grado de imperfección que ponemos en las tostadas, que es lo que diferencia la elegancia de lo cutre, el día de buen humor o el día para olvidar, porque no es lo mismo si las tostadas están tan requemadas que los vecinos llaman a los bomberos, ni tampoco si la chica que adoras no se lava en una semana y además se tira pedos o si en la fiesta de tus amigos suena durante cuarenta y siete minutos la canción de Paquito el Chocolatero. No es lo mismo.
Por otra parte, mi madre me llama por teléfono y me dice que para cuándo la novia que le prometí (parece que hace tiempo le prometí una novia y cinco nietos, tres que fueran del betis y uno del atlético aviación. También le dije que el mayor sería negro y el menor alérgico a la fotosíntesis, pero ahí ya estaba sereno y no me hizo mucho caso). Yo a veces pienso que estaría bien tener una novia, con brazos y besos y pelo y bragas y discusiones y todo eso que dice la gente que tienen las novias. Lo de tantos nietos ya no estoy tan seguro, aunque sospecho que eso es realmente lo que quiere, porque después, en la vida real, las novias y las madres de los novios no se llevan tan bien. De cualquier modo, como se acerca la primavera y a las madres nunca hay que darles disgustos, me he comprado un traje de novio de mil rayas en Massimo Tutti y todas las tardes, de tres a nueve, me voy a poner en una esquina del centro, a ver si pasa alguna con un vestido que vaya a juego.
Al bixo a lo mejor no le gustan las tostadas quemadas, porque se quema las patitas y le salen las caricias chamuscadas, pero yo siempre le digo que con salivita todo se cura. Es tan lindo.
Dicen que la televisión engorda, y yo no sé quién se atreve a comerse una televisión porque yo, por muy delgado que siga, prefiero prepararme un bocadillo de salami.